viernes, 15 de junio de 2012

 

    
.. REALISMO MÁGICO..


El realismo mágico surge en el siglo XX. Muchos autores y críticos aseguran que la magia existe en la historia y la herencia de latinoamerica y que no tienen que buscar afuera de la cultura para encontrar eventos y cosas fantásticas. El realismo mágico es un vehículo para avanzar entre la historia precolombina, las raíces indígenas y la diversidad de latinoamerica hoy en día. Parece que una de las funciones principales de realismo mágico en la sociedad latina es crear una identidad nacional.

Entre las características del realismo mágico están. 
  • Temática: Dentro del realismo mágico podríamos encontrar también elementos de auto-reconocimiento de los escritores latinoamericanos, la búsqueda y justificación de sí mismos e identidad latinoamericana fuera del contexto europeo.

  •  Espacio:

- Mínimo y vital.
- Dinamiza y activa el contenido de las acciones.
- Atmósfera interiorizada- hoy.
- También posibilita observar las figuras gramaticales de esa época.

  •  Personajes: Los personajes presentes en las obras de esta corriente de vanguardia, suelen tener viajes no de tipo físicos como los que sufren los personajes de las obras criollitas para dar un ejemplo, sino que estos cambian de espacios y tiempos desde sus pensamientos y estados oníricos.


Una de las novelas del realismo mágico es "La cándida erendira" fue escrita por Gabriel García Marquez en 1972. 
He aquí un breve resumen de la novela. 

La cándida erendira. 

Eréndira es la nieta que había cumplido apenas los catorce años, vivía sólo con su abuela en un enorme mansión extraviada en el desierto. El único animal de plumas que puede sobrevivir allí era un avestruz raquítico. La nieta atentía a su abuela que necesitaba ayuda con todo, a causa de su grandeza e inmovilidad. Normalmente necesitaba dos horas cada día para arreglar la anciana. No podía caminar sin ser apoyada de la nieta. Eréndira era lánguida y de huesos tiernos y demasiado mansa por su edad. Era la sola sobreviviente, con la abuela, de la familia de origen legendaria contrabandista que se llamaba Amadís.


Eréndira no decía mucho a la abuela, por lo general solo:


"Sí, abuela."


El día en que empezó su desgracia la abuela vio que Eréndira se volvió a dormir caminando y le dijo a Eréndira, ella se excusó:


"Es la costumbre del cuerpo."


El ambiente de la mansión y del desierto se describe cómo aislado y la vida de las dos cómo una existencia rutinaria. Por una desgraciada casualidad, cuando Eréndira se durmió con un candelabro ya encendido, se hizo fuego en la mansión, la gente del pueblo trató de rescatar los restos del desastre. Pero no quedó mucho. La abuela empezó inmediatamente el trabajo de hacer a Eréndira que pagar su negligencia. El medio fue venderla a los hombres.


El primero cliente fue un viudo del pueblo que era muy conocido en el desierto porque pagaba a buen precio la virginidad. Cuando no hubo en el pueblo ningún otro hombre que pudiera pagar algo por el amor de Eréndira, la abuela la llevó en un camión de carga hacia otros pueblos y regiones. Eréndira tuvo que pagar por el viaje haciendo amores con el carguero del camión. Este encuentro fue una buena experiencia para Eréndira, porque al carguero le gustó ella y ella también gustó de él.. La abuela comenzó a arreglar a Eréndira. Le pintó la cara con un estilo que había estado de moda en su juventud:


"Los hombres son muy brutos en asuntos de mujeres."


En un tenderete la abuela instaló una estera y Eréndira. Un hombre del correo nacional pagó por los servicios de Eréndira por narrando de ella a otros hombres que él encontró por su trabajo. Fue un trato de éxito. Detrás de los hombres vinieron mesas de lotería, puestos de comida y un fotógrafo en bicicleta que instaló frente el campamento una cámara de caballete con manga de luto. Con el paso de los meses la abuela fue menos severa con el pago del dinero y empezó por admitir que los hombres completaran el pago con medallas de santos, reliquias de familia, anillos matrimoniales y todo cuanto fuera capaz de demostrar. La abuela tuvo suficiente dinero para comprar un burro y entonces fue posible buscar otros lugares para cobrarse la deuda.


En San Miguel del Desierto encontró a Ulises, el hijo de un contrabandista holandés. Ulises era un adolescente dorado, de ojos marítimos y solitarios, y con la identidad de un ángel furtivo. Cuando él visitó a la carpa de Eréndira, los jóvenes se gustaron. Se quisieron. Por Ulises Eréndira era la primera mujer con quién él hacia el amor.


En la misma ciudad había una casa de misioneros. Como Eréndira era menor de edad les dijeron a la abuela que querian ponerla bajo su custodia, o tendrian que recurrir a otros métodos. Una noche cuándo la abuela y Eréndira dormían, unos hombres mandados por los misioneros, la llevaron al convento de la misión. Eréndira no perdió ni una noche de sueño desde que la llevaron al convento. Ella vivía descubriendo otras formas de belleza y de horror que nunca había imaginado en el mundo en el estrecho de la cama. Ella fue feliz con las nuevas experiencias.


La abuela intentaba rescatar a la nieta de la tutela de los misioneros. Ella recurrió a la autoridad civil, pero el alcalde le dijo que no podía hacer nada, los padrecitos, de acuerdo con el Concordato, tenían el derecho a quedarse con la niña hasta que sea mayor de edad o hasta que se case. La abuela buscó ayuda de unos contrabandistas, diciendo que era la Dama de Amadís el grande. Pero el hombre contrabandista con quien ella platicó, no conocia siquiera a los Amadises, ni quiso atravesarse en las cosas de Dios. La solución era pagar a un muchacho de pelo indio veinte pesos para que se case a Eréndira. Cuando a Eréndira se le preguntó cuál era su voluntad libre, ella respondió, que no quería casarse con el indio, sino irse con la abuela.


Cuando Ulises volvió a casa tenía un sucesor del tiempo en el desierto. Tocando cosas de vidrio, por ejemplo una jarra de cristal, la jarra se volvió azul. La madre guajirana de Ulises, le dijo que esas cosas sólo suceden por amor. El padre de Ulises no sabía guajiro y la madre no sabía holandés. Entonces Ulises podía mantener una conversación distinta con cada uno de los padres. Ulises no quería hablar sobre Eréndira con su madre, aunque ella entendía que había alguién. Ulises no podía dormir tratando de dominar el dolor de los recuerdos, hasta que el propio dolor le dio fuerza. Se fugó de la casa en la camioneta cargada de pájaros. Viajó por el desierto el resto de la noche y al amanecer preguntó por pueblos y rancherías cuál era el rumbo de Eréndira. Al tercer día se encontró con un hombre del correo nacional, y éste le indicó que la abuela y Eréndira se dirigían hacia el mar con la intención de la abuela d irse para la isla de Aruba.


Cuando Ulises la encontró tentó a Eréndira a huir con él al otro lado de la frontera. Mostró a Eréndira una naranja de la caja de caudales de su padre. En su interior era clavado un diamante legítimo. También le mostró una pistola y le dijo que tenía la camioneta. Eréndira después de unos días se decidió para siempre alejarse de la abuela. Se escaparon hacia el desierto. Esa vez la abuela recurrió de inmediato a la autoridad civil. El comandante del retén decidió atrapar los fugitivos. En una camioneta militar viajaron el comandante, la abuela, el padre de Ulises y unos agentes armados. Antes de la mediodía empezaron a ver las plumas de los pájaros de la camioneta de Ulises que pasaban en el viento. Los fugitivos fueron capturados y el tercer periodo de esclavitud comenzó para Eréndira., todavía con la cadena de perro en el tobillo.


El punto de vista de la abuela era, que Eréndira no se puede quejar:


"Tienes ropas de reina, una cama de lujo, una banda de música propia, y catorce indios a su servicio. ¿No te parece espléndido? Cuando yo te falte, ni quedarás a la merced de los hombres, porque tendrás tu casa propia en una ciudad de importancia."


Eréndira contestó, cómo siempre:


Sí, abuela.


Sin embargo, Eréndira no emitió un suspiro que permitiera vislumbrar su pensamiento. Se sometió en silencio al tormento de la cama cuando la abuela le cantaba la visión de futuro como si la estuviera descifrando en las barajas.


Una noche la abuela pasó todo el tiempo hablando sin soñar sobre sus nostalgias del Caribe y capitanes de los buques que mandarán postales de todos los puertos del mundo. Eréndira pensaba en Ulises y llamó con toda la fuerza de su voz interior:


Ulises !!


Ulises despertó de golpe. Había oído la voz de Eréndira con perfecta claridad. Se decidió salvarla de su desgracia.


La última vez tuvo éxito. Pero no sin molestias. Al primero intentaron matar a la abuela con una libra de veneno para ratas revuelto con nata de leche y mermelada de frambuesa. Sólo resultó en que la abuela hizo trances dormando y en que le perdió los pelos. Al segundo Ulises utilizó un detonante. Resultó en una peluca chamuscada y la camisa en piltrafas, pero la abuela estaba más viva que nunca. Al tercero Ulises le mató con el cuchillo de destazar.


El cuento concluye cuando Eréndira iba corriendo contra el viento y ninguna voz de este mundo la podía detener. Ni siquiera la voz de Ulises.


Llego a tres conclusiones leyendo esto cuento. Primero que Gabriel García Márquez transmite mucho del ambiente colombiano - o latinoamericano, en sus textos. Segundo que el viento es un importante fenómeno para él.


Y tercero que la leyenda del contrabandista Amadís es un tema del autor. Creo que es posible conocer más de esto leyendo otras obras de García Márquez. Para mí los Amadis son nuevos, pero entiendo que es una saga familiar, aspecto relevante en diferentes ciclos de las obras de García Márquez. La versión más conocida en lengua de indios era que "Amadís, el padre, había rescatado a su hermosa mujer de un prostíbulo de las Antillas, donde mató a un hombre a cuchilladas, y la traspuso para siempre en la impunidad del desierto. Cuando los Amadís murieron, el uno de fiebres melancólicas, y el otro acribillado en un pleito de rivales, la mujer enterró los cadáveres en el patio".

Autora: Yaifer Mendoza. 


Conozcamos un poco sobre el vanguardismo... 




VANGUARDISMO! 




Aunque la tendencia social en la literatura predomina hasta bien la entrada de la cuarta década del siglo, hacia 1930 en Hispanoamérica, van surgiendo nuevas corrientes expresivas así aparece el vanguardismo. En las corrientes vanguardistas se rechaza el criterio documental o realista de la novela regionalista y se asimilan tendencias procedentes de los experimentos líricos de los escritores de Europa.

Asimismo del vanguardismo se desprenden algunos movimientos, entres los cuales están:

Simbolismo, Futurismo, Dadaismo,Realismo y Surrealismo a continuación conozcamos de que trata  cada uno.
  •  

  • El simbolismo: Es un movimiento artístico que nace al final del siglo XIX; Este reprende el sentido profundo de la pintura,y presenta imágenes opuestas a la realidad visible o científica para demostrar que existe una realidad escondida que, si no es posible conocer, es al menos posible de intuir. El simbolismo,como su nombre lo indica es todo lo mas sobre símbolos,sus imágenes son basadas en figuras  que utilizaban los pintores en esas épocas. 
  • Surrealismo: El surrealismo es un movimiento artístico y literario surgido en Francia a principios del siglo XX, es la última manifestación importante del arte moderno.  Es también conocido como el movimiento de lo irracional y lo inconsciente en el arte de las vanguardias, surge en el ámbito literario pero pronto lo abarca todo, pensamiento, artes plásticas, cine y teatro. 
  • El futurismo: Es un movimiento literario y artístico que surge en Italia en el siglo XX,proclama el rechazo frontal al pasado y a la tradición, defendiendo un arte anticlasicista orientado al futuro. 
  • Dadaismo: Surge en Suiza, este estaba en contra del arte, los códigos y valores de su época, la Primera Guerra Mundial y los sistemas establecidos. Influyó en el arte gráfico, en la música, en la poesía. Se presentó como una ideología o una forma de vivir.
  • Realismo: Aparece en la segunda mitad del siglo XIX, como consecuencia de las circunstancias sociales de la época: la consolidación de la burguesía como clase dominante, la industrialización, el crecimiento urbano y la aparición del proletariado. En esa época se intentaba sustituir lo real por lo mágico.                                                                      
Autora: Yaifer Mendoza. 

miércoles, 28 de marzo de 2012


Contexto histórico- social del s. XIX. 

El siglo XIX es una época en la que se realizan notables transformaciones en todos los aspectos.
Durante este siglo se dio la Revolución Francesa, que con sus ideas reformistas provocó una profunda crisis en la sociedad y la política, que producirá el final del Antiguo Régimen y del sistema monárquico absolutista.
En el s. XIX va a dominar un sistema liberal que defiende la soberanía popular: el poder reside en el pueblo, el cual está representado por personajes elegidos por sufragio universal. También son defendidas las libertades de pensamiento y expresión.
Después de la caída de Napoleón se sucederán una serie de enfrentamientos entre absolutistas y liberales, pero sin consecuencias importantes. Además del liberalismo se desarrollará el socialismo utópico, defendido por Saint-Simón, que condena los abusos del capitalismo y propone un tipo de sociedad igualitaria. Con la publicación del Manifiesto Comunista de Marx y Engels en 1848 se dará paso al socialismo científico, que produce una revolución en la sociedad y la economía.
Al mismo tiempo se desarrollan los grupos nacionalistas que produjeron independencias en algunos países europeos como Grecia o Bélgica. Más tarde, aparecerán gobiernos más autoritarios que serán apoyados por la burguesía que había optado por una posición más conservadora para defender sus privilegios, como hizo Napoleón III (Francia) o la reina Victoria (Inglaterra).
Por lo que podemos decir de la sociedad, la tradicional sociedad estamental deja paso a una sociedad de clases. La burguesía toma parte en el poder y sigue ligada con el desarrollo industrial. Esta es la llamada “Era del maquinismo”, donde se desarrolla mucho el ferrocarril, hay grandes avances técnicos y sanitarios (la vacuna por Pasteur) y se inicia el capitalismo.
La expansión demográfica es también uno de los graves problemas durante este siglo. Las grandes concentraciones que se producen en las ciudades más industrializadas provocarán enfrentamientos entre burgueses y proletarios; la clase obrera actuará por medio del socialismo o del anarquismo.
De este siglo, podemos destacar la crisis racional que se produce y el nuevo concepto de cultura además de nuevas formas de pensar. En la primera mitad de siglo muere el filósofo Kant, y la Filosofía se dirige hacia la teoría idealista de Hegel, que valora bastante las fuerzas del espíritu y se preocupa mucho por la historia. Después, Compte introducirá una reacción filosófica positiva que tiene su origen en los hechos observables, esto supondrá una nueva manera del pensar.
En la parte científica se realizarán grandes progresos, en especial en la Física, Medicina y Biología (evolucionismo de Darwin). Ya en la segunda mitad, las ciencias sociales como la Psicología y la Sociología comenzarán a tener un gran interés y tendrán gran influencia en la Literatura.
En la literatura se viven tres grandes movimientos durante el s. XIX en España y en toda Europa: Romanticismo, Realismo y Naturalismo.


El Realismo. 

Es un movimiento cultural que se da principalmente durante la segunda mitad del s. XIX en toda Europa. Esta nueva manera de ver las cosas se inicia hacia 1850 en Francia , con la publicación de la revista “Realisme” que define los rasgos más característicos de este movimiento.
Las novelas realistas se escriben desde los años treinta pero el Realismo como escuela no se consolida hasta la década de los cincuenta, con la Revolución de 1868, en que van tomando cuerpo las posiciones antirrománticas o superadoras del Romanticismo.
Asigna como fin a las obras artísticas o literarias la imitación fiel de la naturaleza, cuyo auge se da en Europa en la segunda mitad del siglo XIX.


Características del Realismo.

  • Aparece una rigurosa observación de la realidad como método descriptivo, influido por las ciencias experimentales; los escritores se documentan sobre el terreno, tomando minuciosos apuntes sobre el ambiente, las gentes, la indumentaria, etc. También buscan en los libros los datos necesarios para conseguir la exactitud ambiental o psicológica.

  • En el estilo se observa una progresiva eliminación de la retórica grandilocuente de los románticos, se adapta el lenguaje a la condición social del personaje. De ahí la importancia que adquiere el reflejo del habla popular .
  • El novelista refleja ampliamente la sociedad contemporánea. Se recoge una gran diversidad de ambientes. Entran ahora en la novela sectores sociales como los medios burgueses o las capas inferiores de la sociedad.
  • Hace un uso minucioso de la descripción, para mostrar perfiles exactos de los temas, personajes, situaciones e incluso lugares; lo cotidiano y no lo exótico es el tema central, exponiendo problemas políticos, humanos y sociales.

Los Temas del Realismo. 

Principalmente están derivados de la mentalidad burguesa: el poder, el dinero, la influencia social o las cuestiones políticas del momento.

Los Personajes.

Los personajes del realismo reflejan los cambios y tensiones sociales, aparecen proletarios, mendigos, políticos y la clase media.


Principales representantes del Realismo. 

  • Benito Pérez Galdos. 
  • Gabriel García Marquez. 
  • Ferdinand Brunetière.
  • Gregor Mendel. 
  • Claude Bernard.

Biografía de uno de sus Representantes. 


Benito Pérez Galdos. 

   Nació en el seno de una familia de la clase media de Las Palmas, hijo de un militar. Recibió una educación rígida y religiosa, que no le impidió entrar en contacto, ya desde muy joven, con el liberalismo, doctrina que guió los primeros pasos de su carrera política.
Cursó el bachillerato en su tierra natal y en 1867 se trasladó a Madrid para estudiar derecho, carrera que abandonó para dedicarse a la labor literaria. Su primera novela, La sombra, de factura romántica, apareció en 1870, seguida, ese mismo año, de La fontana de oro, que parece preludiar los Episodios Nacionales.
Novelista y dramaturgo, máximo representante - junto con Leopoldo Alas Clarín, "Clarín"- de la corriente realista que dominó la narrativa española de la segunda mitad del siglo XIX, Pérez Galdós está unánimemente reconocido como uno de los mayores novelistas de la literatura en lengua castellana. Benito muere el 04 de Enero de 1920. 


   Es autor de una muy amplia producción literaria, Galdós empezó cultivando una novela de tesis en que los personajes aparecían cortados por un patrón maniqueo, que los dividía entre reaccionarios y liberales.
Posteriormente empezó a interesarse por los aspectos más costumbristas y por facetas más espirituales e intentó describir la burguesía española de su época y buscar sus orígenes en la historia contemporánea, mediante el uso de la novela histórica. También ensayó otras fórmulas narrativas, como la novela dialogada. Su estilo busca la naturalidad y evade cualquier artificio retórico a fin de ofrecer, según postulados estéticos realistas, la visión más directa posible de lo que pretende expresar. Cuando narra su estilo es transparente, académico, pero siempre tradicional; se trasluce sin embargo el humor y la ironía.


Claro de luna

Guy de Maupassant



El padre Marignan llevaba con gallardía su nombre de guerra. Era un hombre alto, seco, fanático, de alma exaltada, pero recta. Decididamente creyente, jamás tenía una duda. Imaginaba con sinceridad conocer perfectamente a Dios, penetrar en sus designios, voluntades e intenciones.
A veces, cuando a grandes pasos recorría el jardín del presbiterio, se le planteaba a su espíritu una interrogación: "¿Con qué fin creó Dios aquello?" Y ahincadamente buscaba una respuesta, poniéndose su pensamiento en el lugar de Dios, y casi siempre la encontraba. No era persona capaz de murmurar en un transporte de piadosa humildad: "¡Señor, tus designios son impenetrables!" El padre Marignan se decía a sí mismo: "Soy siervo de Dios; debo, por tanto, conocer sus razones de obrar, y adivinar las que no conozco."
Todo le parecía creado en la naturaleza con una lógica absoluta y admirable. Los principios y fines se equilibraban perfectamente. Las auroras se habían hecho para hacer alegre el despertar, los días para madurar el trigo, las lluvias para regarlo, las tardes oscuras para predisponer al sueño, y las noches para dormir. Las cuatro estaciones correspondían totalmente a las necesidades de la agricultura; y jamás el sacerdote sospecharía que no hay intenciones en la naturaleza, y que todo lo que existe, al contrario de lo que él pensaba, se sometió a las duras necesidades de las épocas, de los climas y de la materia.
Sin embargo, el padre Marignan odiaba a las mujeres, las odiaba inconscientemente y las despreciaba por instinto. Repetía casi siempre las palabras de Cristo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?" Y entonces añadía: "Se diría que el mismo Dios estaba descontento de aquella creación suya." Para él, la mujer era la criatura doce veces impura de que habla el poeta. Era el ser tentador que había arrastrado al pecado al primer hombre y que continuaba la obra infernal, el ente flaco, peligroso, misteriosamente perturbador. Y más aún, que su cuerpo de perdición detestaba a su alma amorosa.
En alguna ocasión había sentido esa ternura femenina envolviéndole, y aunque se supiese inexpugnable, se exasperaba ante la necesidad de amar que palpitaba incesantemente en tales criaturas.
En su opinión, la mujer sólo existía para tentar al hombre y probarlo. Nadie debería aproximarse a ella sin las precauciones defensivas y los recelos que se tienen ante las celadas. Y en verdad se parecía a una celada, de labios suplicantes y brazos abiertos, tendida al hombre.
El padre Marignan apenas tenía indulgencia para las religiosas, cuyo voto las hacía inofensivas; pero, a pesar de ello, las trataba con rudeza, porque sentía que, latente en el fondo de sus corazones enclaustrados, tenían aquella perpetua ternura, alcanzándolo a él, aunque fuese cura.
La presentía en aquellas miradas más húmedas de piedad que las de los frailes, en aquellos éxtasis donde se transparentaba siempre la mujer, en aquellos transportes de amor a Cristo que lo indignaban, porque en ellas todo era materia; veía la maldita ternura en la propia docilidad, en la dulzura de la voz cuando le hablaban, en los ojos puestos en el suelo, en las lágrimas resignadas, si él las reprendía con dureza.
Sacudía la sotana en las puertas del convento y salía de allí rápidamente como si huyese de un peligro.
Tenía el cura una sobrina que vivía con su madre en una casita próxima. Se le había metido en la cabeza hacer de ella una hermana de la caridad.
Era bonita, alegre y zalamera. Cuando el padre la reprendía se limitaba a reír, y cuando la regañaba de veras lo besaba con vehemencia, apretándolo contra su corazón, mientras el sacerdote, involuntariamente, procuraba deshacerse de aquel abrazo, que al mismo tiempo le proporcionaba una dulce alegría y despertaba en él la sensación de paternidad que yace en el fondo de todo hombre.
Muchas veces le hablaba de Dios, de su Dios, mientras caminaban por los campos; pero la joven no lo escuchaba y miraba el cielo, las hierbas, las flores, con una alegría de vivir que se le asomaba a los ojos. En algunas ocasiones corría para coger una mariposa, exclamando al traerla consigo: "Mire tío, ¡qué linda es! ¡Hasta siento deseos de besarla!" Y esta necesidad de besar insectos o flores encorajinaba, irritaba y revolvía al padre, que una vez más tropezaba con la enraizada ternura que germina siempre en el corazón femenino.
Pero un día, la mujer del sacristán, que cuidaba de las faenas domésticas de la casa del padre Marignan, le comunicó cautelosamente que su sobrina tenía un enamorado.
Sintió un asombro tan grande que quedó sofocado, sin poder hablar, con la cara llena de jabón, pues en aquel momento empezaba a afeitarse.
Tan pronto como se halló en estado de reflexionar y de poder pronunciar alguna palabra, exclamó:
-¡Está usted mintiendo, Melania! ¡Eso no es verdad!
Mas la campesina juró solemnemente:
-¡Que Nuestro Señor no me dé más de una hora de vida si yo le miento, señor cura! Ella se entrevista con él todas las noches después que su señora hermana está acostada. Se encuentran en las márgenes del río. Si quisiera verlos e ir allá, es entre las diez y la media noche.
El párroco dejó el afeitado de su cara y púso se a pasear de un lado para otro, como hacía siempre en las ocasiones de grave meditación. Cuando volvió a afeitarse, se cortó tres veces entre la nariz y la oreja.
Durante todo el día se mantuvo silencioso, lleno de indignación y de cólera; a su indignación de eclesiástico ante el invencible amor, se unía una exasperación de padre moral, de tutor, de director espiritual engañado, eludido por una criatura; esa cólera egoísta de los padres a quienes la hija anuncia que hizo sin ellos y sin su consentimiento la elección del marido.
Después de comer intentó leer un rato, pero no lo consiguió; se sentía cada vez más indignado. Al sonar las diez tomó el bastón, una enorme rama de árbol que llevaba siempre en sus caminatas nocturnas cuando iba a llevar los Sacramentos a algún moribundo. Contempló sonriendo la enorme garrota con sólido puño campesino mientras la agitaba amenazadoramente, y, de repente, la levantó y, con los dientes apretados, golpeó una silla, cuyo respaldo roto cayó al suelo.
Al abrir la puerta para salir, se detuvo sorprendido por la extraordinaria luz de la luna, bella como casi nunca suele verse.
Poseedor de un espíritu entusiasta, espíritu que todos los padres de la iglesia, esos poetas soñadores, deberían tener, se sintió repentinamente distraído de lo que tanto le preocupaba, impresionado por la grandiosa y serena belleza de la pálida noche.
En el jardincillo del presbiterio, bañado por suave luz, los árboles en flor alineados en filas dibujaban sobre el paseo sus sombras de frágiles ramos de hojas que nacían, en tanto la madreselva gigante, unida al muro de la casa, exhalaba deliciosos aromas como azucarados, que vagaban en la noche fresca y clara como un alma perfumada.
El párroco respiró hondo, bebiendo el aire como los ebrios beben vino, y fue caminando a pasos lentos, feliz, maravillado, olvidándose casi de la sobrina.
Cuando llegó al campo se paró para contemplar la llanura inundada por la luna acariciadora, sumergida en el encanto suave y lánguido de las noches serenas.
Las ranas lanzaban al espacio, incesantemente, sus notas cortas y metálicas, y ruiseñores lejanos dejaban oír una música que provocaba los sueños y no obligaba a pensar; esa música leve y vibrante que parece creada para los besos, bajo la seducción de la luna.
El cura continuó su camino con el corazón turbado sin que supiese el porqué. Sentíase de repente débil y agotado; tenía deseos de sentarse, de quedarse allí a contemplar y admirar a Dios a través de su obra.
A lo lejos, siguiendo las ondulaciones del riachuelo, serpenteaba la línea extensa de los chopos. Una neblina fría, un vapor blanco que atravesaban los rayos de luna, tornándolo plateado y brillante, estaba suspendido alrededor y encima de sus márgenes y envolvía el curso tortuoso de las aguas en una especie de algodón leve y transparente.
Una vez más se detuvo el padre Marignan, empapado hasta el fondo de su alma de un enternecimiento creciente, irresistible. Y una vaga inquietud lo iba invadiendo; sentía nacer dentro de sí una de sus habituales interrogaciones:
¿Con qué fin había creado Dios semejante noches? Pues, si estaban destinadas al sueño, a la inconsciencia, al reposo, al olvido de todo, ¿para qué hacerlas más bellas que los días, más dulces que las auroras y las tardes? Y ¿por qué razón ese astro lento y seductor (más poético que el sol y que parece destinado, de tal manera es discreto, a iluminar cosas demasiado deliciosas y misteriosas para la luz del día) transformaba las tinieblas en transparencia?
¿Por qué razón el más hábil de los pájaros cantores no descansaba como los otros y se hacía oír en la sombra perturbadora?
¿Para qué envolvía el mundo aquel fino velo?
¿Y porqué los estremecimientos del corazón, la emoción del alma y la languidez del cuerpo?
¿A quién estaba destinado aquel desdoblar de encantos que los hombres no contemplaban, porque reposaban en sus lechos?
¿Para quién, entonces, ese espectáculo sublime, esa abundancia de poesía lanzada del Cielo a la tierra?
Y el párroco no encontraba explicación. Pero he aquí que distantes, a la orilla del prado, bajo la bóveda de los árboles húmedos y brillantes de rocío, habían aparecido dos sombras caminando muy unidas.
El hombre era más alto e iba abrazado al cuello de su compañera; de vez en cuando la besaba en la cabeza. Sus figuras animaron de repente el paisaje inmóvil que los rodeaba como un marco divino creado para ellos.
Se diría que no eran más que un solo ser para quien se destinaba aquella tranquila y silenciosa noche; venían en dirección al sacerdote como una respuesta viva, la respuesta que el Señor concedía a su pregunta.
Él continuó allí con el corazón palpitante, turbado, imaginando ver una escena bíblica como los amores de Ruth y Booz o la realización de un designio de Dios en uno de aquellos grandes cenáculos de que hablan las Escrituras. Se acordó de los versículos del Cantar de los cantares, de las llamadas de amor, de todo el calor de ese poema ardiente de ternura.
Y se dijo a sí mismo: "Tal vez Dios hiciese estas noches para velar de ideal los amores de los hombres."
Iba retrocediendo frente a la abrazada pareja que avanzaba siempre. Era la sobrina, sin duda. Sin embargo, el sacerdote se preguntaba a sí mismo si no iría él a desobedecer a Dios. Pues, ¿no era que Dios permitía el amor al rodearlo de un esplendor así?
Y el cura huyó, desorientado, casi con vergüenza, como si acabase de penetrar en un templo en el que no tuviera derecho de entrar.

Romanticismo. 


El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido(Gran Bretaña e Irlanda del Norte) a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes.
Se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania hasta llegar a otros países. Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de Posromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano. Tuvo fundamentales aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música. Posteriormente, una de las corrientes vanguardistas del siglo XX, el Surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos de la exaltación del yo.



Novela Romántica MARÍA de Jorge Isaac..!


Jorge Isaac. 

   Jorge Isaacs nació en Cali, Colombia el primero de Abril de 1837, hijo de un comerciante Inglés radicado en Jamaica, Henry Isaacs, de origen Judío quien se convirtió al Cristianismo para casarse con Manuela Ferrer Scarpetta.
Después de cursar sus estudios primarios en Cali y Popayán viaja a Bogotá e ingresa al colegio del espíritu santo, mas adelante estudia en los Colegios San Buenaventura y San Bartolomé, pero no llega a graduarse. A los 5 años regresa al Valle del Cauca para residir en la Hacienda El Paraíso, donde se desarrolla gran parte de las escenas de su novela. A los dieciséis años es obligado a tomar parte en la primera de las guerras en que participó, 2 años después contrae matrimonio Felisa González Umaña de solo catorce años.
Jorge Isaacs vuelve a tomar las armas entre 1860 y 1861 para combatir al lado del gobierno Liberal contra las fuerzas insurrectas del General Tomás Cipriano de Mosquera; pero siempre estaba el refugio de la literatura, aunque en realidad nunca dejó de escribir o de concebir planes literarios, tal como lo demuestran entre muchos ejemplos, la publicación del primer canto del Poema “Saulo” dedicado al presidente Roca de Argentina “La tierra de Córdoba” o la redacción de una sentida elegía con motivo de la muerte de Elvira, hermana de su amigo, el poeta José Asunción Silva.
En 1880 publica La Revolución Radical de Antioquia, donde explica su participación en la invasión de se estado, es además cónsul entre 1871 y 1873 en Santiago de Chile, pero siempre se refugió en la literatura
Jorge Isaacs muere en Ibagué en Abril de 1895, pobre y absolutamente desilusionado, victima de sus fracasos políticos y sin conseguir ninguna retribución económica por habernos legado una de las obras más famosas de la literatura Latinoamericana.


NOVELA MARÍA. 

He aquí un breve resumen de la novela Maria de Jorge Isaac. 


   Enmarcada por la espléndida geografía del Valle del Cauca, en épocas pasadas floreció la hacienda «El Paraíso». Allí, rodeados por la bondad de sus padres y tíos, crecieron dos jovencitos de nombres Efraín y María, primos hermanos, quienes desde su más tierna infancia se hicieron inseparables compañeros de juego y alegría. Muy pronto, sin embargo, el camino de los dos primos se separó.
Efraín, alcanzada la edad necesaria para emprender una sólida educación, fue enviado por sus padres a la ciudad de Bogotá, en donde, tras seis anos de esfuerzo, consiguió coronar sus estudios de bachillerato.
María, entre tanto, lejana ya las delicias de la infancia, se había convertido en una bellísima muchacha, cuyas dotes y hermosura encandelillaron al recién llegado bachiller.
Ciertamente la sorpresa del muchacho fue compartida. También María se sintió vivamente Impresionada ante las maneras y el porte de su primo, y aquella mutua admiración dio tránsito a un vehemente amor que se apoderó de sus corazones, sin que ellos mismos pudieran comprenderlo o sentirlo.
El cariño de los jóvenes progresó dulcificado por las bondades de su medio y muy pronto, a pesar de que ellos quisieron ocultarlo, los ojos de sus mayores recabaron en este mutuo afecto. Entonces, una sombra dolorosa se interpuso entre los dos enamorados. Los padres de Efraín, quienes abrigaban un vivísimo amor por su sobrina, no podrían olvidar una penosa circunstancia .que señalaba indefectiblemente su destino. Tal como su madre, muerta bastante tiempo atrás. Marta daba muestras de padecer una dolorosa enfermedad. Aquella dolencia, que llevara a la muerte a quienes la padecieran, tarde o temprano, empezaba a notarse en el semblante juvenil de la muchacha. Ningún alivio era suficiente, y aunque el ánimo de los buenos señores se inclinara favorablemente al amor de los muchachos, la posibilidad, casi indudable, de la muerte temprana de María, los obligaba a oponerse.
A pesar de ello, sus acciones no revistieron crueldad o torpeza. Todo lo contrario, el padre llamó a Efraín a su lado y sin mostrar señal alguna de su íntima determinación, lo instó a viajar a la lejana Europa a fin de adelantar estudios superiores de medicina. Aquella solicitud conturbó el ánimo de la enamorada, quien veía con profundo pesar la forzosa distancia que entre los dos pudiera interponerse. Sin embargo, la voluntad paterna fue determinante y tras una serie de obstáculos y aplazamientos que llenaron de felicidad el corazón de los amantes, Efraín enderezó sus pasos rumbo a Londres. El dolor de los primeros tiempos de separación fue mitigado por las incontables cartas que los muchachos se enviaban.
Muy pronto, Efraín resintió las dilaciones y tardanzas de su amada. Y cuando esta situación más lo mortificaba y ofendía, supo por boca de un amigo recién llegado a Inglaterra, que la joven María había sido postrada por una dolorosa enfermedad que la amenazaba cruelmente y que requería su presencia. Inauditos fueron entonces los dolores de Efraín tratando de encontrar vías inmediatas para su desplazamiento desde Europa.
Las enormes distancias y la lentitud de los transportes se erigía como otras tantas lanzas que mortificaban su corazón. Días y días se sucedían, sin que la añorada patria asomara en el horizonte. Llegaron después tas penalidades de la travesía de ríos y montanas, los accidentes, las lluvias, la crueldad de la naturaleza que inconmovible asistía a los agónicos esfuerzos del enamorado. Cuando ya Efraín consiguió descabalgar en tierras de «El Paraíso» y saludó emocionado a sus padres, por el semblante de aquellos adivinó la verdad: sus esfuerzos fueron vanos.
La amada no pudo aguardar su llegada y con su nombre entre los labios falleció.
La desesperación de Efraín lo condujo hasta el pie de la tumba de María, en donde los recuerdos de las alegrías pasadas que la llevaron hasta la postración. Finalmente, incapaz de soportar la vida en medio del maravilloso valle que fuera escenario de su amor y que lo inundaba cada instante con su alud de recuerdos y emociones, Efraín decidió abandonar para siempre la tierra de sus mayores y se adentró en lo desconocido.
































 ... JUAN ANTONIO PÉREZ BONALDE, BIOGRAFÍA!


   Juan Antonio Pérez Bonalde nació en Caracas en 1846, el 30 de enero. Fue el noveno hijo del matrimonio integrado por Juan Antonio Pérez Bonalde y Gregoria Pereyra. Huyendo de la guerra federal, la familia Pérez Bonalde se traslada a Puerto Rico (1861). Para sostenerse, fundan un Colegio, donde el joven poeta, de quince arios, se desempeña como Profesor. ¿Qué formación tiene Pérez Bonalde para ese entonces? Felipe Tejera dice que se había dedicado especialmente al estudio de la música, el dibujo e idiomas extranjeros. El 4 de octubre de 1892 muere en La Guaira el poeta de «La Vuelta a la Patria». Asimismo entre varios de los poemas que escribió el poeta, podemos hacer mención al poema "Flor". Este poema es uno de los cuartos poemas que el escribe, ya que es el canto elegíaco que escribe bajo el terrible impacto que le produce la muerte de su hija Flor. He aquí unas estrofas del poema. 






FLOR ..! 



                                           

I

    Flor se llamaba: flor era ella,
flor de los valles en una palma,
flor de los cielos en una estrella,
flor de mi vida, flor de mi alma.

Era más suave que blando aroma;
era más pura que albor de luna,
y más amante que una paloma,
y más querida que la fortuna.

Eran sus ojos luz de mi idea;
su frente, lecho de mis amores;
sus besos eran dulzura hiblea,
y sus brazos, collar de flores.

Era al dormirse tarde serena;
al despertarse, rayo del alba;
cuando lloraba, limbo de pena,
y sus abrazos, collar de flores.

Era al dormirse tarde serena;
al despertarse, rayo del alba;
cuando lloraba, limbo de pena;
cuando reía, cielo que salva.

La de los héroes ansiada palma,
de los que sufren, el bien no visto,
la gloria misma que sueña el alma
de los que esperan en Jesucristo.

Era a mis ojos condena odiosa
si comparada con la alegría,
de ser el vaso de aquella rosa,
de ser el padre de la hija mía.

Cuando en la tarde tornaba al nido
de mis amores, cansado y triste,
con el inquieto cerebro herido
por esta duda de cuanto existe.

Su madre tierna me recibía;
con ella en brazos, yo la besaba..
. ¡Y entonces... todo lo comprendía
y al Dios sentido todo lo fiaba!...

¿Que el mal impera? ¡Delirio craso!
¿Que hay hechos ruines? ¡Error profundo!
¿No estaba en ella mirando acaso
la ley suprema que rige al mundo?

¡Ah, cómo ciega la dicha al hombre!
¡Cómo se olvida que es rey el duelo,
que hay desventuras sin fin ni nombre
que hacen los puños alzar al cielo!...

¡Señor!, ¿existes? ¿Es cierto que eres
consuelo y premio de los que gimen,
que en tu justicia tan sólo hieres
al seno impuro y al torvo crimen?

Responde, entonces: ¿por qué la heriste?
¿Cuál fue la mancha de su inocencia?
¿Cuál fue la culpa de su alma triste?
¡Señor!, respóndeme en la conciencia.

Alta la llevo siempre, y abierta,
que en ella negro nada se esconde;
la mano firme llevo a su puerta,
inquiero... y ¡nada, nada responde!

Sólo del alma sale un gemido
de angustia y rabia, y el pecho, en tanto,
por mano oculta de muerte herido,
se baña en sangre, se ahoga en llanto.

Y en torno sigue la impía calma
de este misterio que llaman vida,
y en tierra yace la flor de mi alma
¡y al lado suyo mi fe vencida!


II


¡Allí está! Blanca, blanca,
como la nieve virgen que el potente
viento del Norte de la cumbre arranca;
como el lirio que troncha mano impía
orillas de la fuentes
que en reflejar su albura se engreía.

¡Allí está!... La suave
primavera pasó; pasó el verano,
y la estación poética en que el ave
y las hojas se van; retornó el cano,
pálido invierno, con su alegre arreo
de fiestas y niños, y aún la veo
y la veré por siempre... Allí está..., fría
entre rosas tendida, como ella
blancas y puras y en botón cortadas
al despuntar el día...

¡Ay! En la hora aquella,
¿dónde estaban las hadas
protectoras del niño
que no vinieron con la clara estrella
de su vara de armiño
a tocar en la fernte a la hija mía,
a devolver la luz a aquellos ojos
y a arrancar de mi pecho los abrojos
de esta inmensa agonía,
de este dolor eterno, de esta angustia
infinita, fatal, inmensurable;
de este mal implacable,
que deja el alma mustia
para siempre jamás, que nada alcanza
a mitigar en este mundo incierto?

¡Nada! Ni la esperanza
ni la fe del creyente
en la ribera nueva,
en el divino puerto
donde la barca que las almas lleva,
habrá de anclar un día;
ni el bálsamo clemente
de la grave, inmortal filosofía;
ni tú misma, doliente
inspiración, divina poesía,
que esta arpa de lágrimas me entregas
para entornar el salmo de mi duelo...
Tú misma, no, no llegas
a calmar mi dolor...

¡Abrase el cielo!
¡Desgájese la gloria en rayos de oro
sobre mi frente..., y desdeñosa, altiva,
de su mal sin consuelo
al celestial tesoro
el alma mía cerrará su puerta;
que ni aquí ni allá arriba,
en la región abierta
de la infinita bóveda estrellada,
nada hay más grande, nada
más grande que el amor de mi hija viva,
¡más grande que el dolor de mi hija muerta!